No es solo la típica expresión de la pseudociencia, sino una buena técnica para entrenar y recuperarte mejor que puedes aprender y aprovechar
¿No sabes cuánto peso poner en la barra? ¿Deberías intentar pararte de cabeza? ¿Quieres saber cuándo dejará de dolerte esa rodilla para volver a correr? Esperas que tu entrenador, instructor de yoga o fisioterapeuta tengan la respuesta y lo que te dicen es: "escucha a tu cuerpo".
Esa frase puede ser un poco ambigua a menos que sepas exactamente qué significa. Según Alex Silver-Fagan, Nike Trainer e instructora de yoga, escuchar a tu cuerpo consiste en conectar cuerpo y mente para moverte de una forma que te aporte lo que necesitas física y emocionalmente.
Puede que te parezca extraño, pero está demostrado científicamente. El cerebro hace un seguimiento de las señales internas del cuerpo y detecta su estado, desde la información sensorial y la aceleración de las pulsaciones hasta la rigidez muscular y la sed o el hambre. Este proceso es la interocepción. "Una buena interocepción se traduce en una conexión ideal con el cuerpo que permite captar mejor esas señales", explica Jonathan Gibson, profesor asociado de psicología en la South Dakota School of Mines and Technology. Las personas con una mejor interocepción suelen tener un mayor bienestar mental, emocional y social, ya que esta percepción les permite saber con frecuencia qué es lo que necesita el cuerpo, afirma Gibson. Del mismo modo, los estudios también han asociado esta habilidad con un mejor rendimiento deportivo.
Es posible que pienses que la teoría es más fácil que la práctica a la hora de adquirir esta percepción. Y sí, no te equivocas. "Ya no tenemos tanta intuición como antes", dice Silver-Fagan. Hoy en día, hay tantos factores que te dicen cómo actuar que tu vocecita interna, esa que conecta cuerpo y mente, pierde fuerza. Uno de los culpables son la redes sociales. Pero tus amigos, familia, pareja, e incluso las noticias, también tienen mucho que ver.
Lo que los entrenadores quieren decir con "Escuchar a tu cuerpo".
Escuchar a tu cuerpo, o como lo llama la ciencia, "mejorar tu interocepción", es algo que puedes empezar a trabajar con estos consejos.
1. Accede a tu interior
Para que la mente pueda escuchar al cuerpo, tienes que despejarla. Esto implica hacerte consciente y centrarte en el presente, cosa que es mucho más fácil de conseguir a lo largo del día si empiezas a hacerlo desde que te despiertas, explica Silver-Fagan. Antes de levantarnos, nos sugiere sentarnos en una esquina de la cama apoyando los pies en el suelo. Imagínate que estás empujando el suelo para llegar a una planta más baja, y así sucesivamente hasta que llegues a la tierra. Este ejercicio de meditación con el suelo es ideal para "acceder" a tu interior y deshacerte de aquello que te impida vivir el presente. Además, sabrás detectar lo que necesitas en todo momento.
2. Respira
Después de este ejercicio, o cuando puedas, siéntate en la cama o en una silla y controla tu respiración durante 5 y 10 minutos. Concéntrate en el pecho o en el vientre, dice Gibson. "Esto fortalece y recarga la mente para que seas totalmente consciente de las señales interoceptivas". Cuanto más lo practiques, mejor será el resultado.
Para concentrarte más mientras lo haces, repítete lo siguiente: "Me he esforzado, estoy justo donde debo estar", explica Silver-Fagan. "Puede ser algo como 'estoy aquí, por mí y con mi cuerpo' o mostrar gratitud por otro día", indica. Este proceso te ayudará a concentrarte cuando aparezcan esas sensaciones mentales y físicas, como la ansiedad y la rigidez en los flexores de la cadera, y te permitirá indagar. Elige si prefieres un vaso de agua en lugar de la típica taza de café para que te aporte tranquilidad y menos nerviosismo, o cambia ese entrenamiento HIIT que habías planeado por una sesión de estiramiento o un paseo largo.
3. Sigue tu instinto
La mente puede incitarte a hacer más de lo que necesitas, problema muy típico en las personas con motivación, o menos cuando acumulas cansancio y nerviosismo, explica Sue Falsone, especialista clínica en fisioterapia deportiva y Member del Nike Performance Council, donde se especializa en recuperación. Para encontrar el equilibrio, Falsone y Silver-Fagan nos sugieren empezar por nuestra intuición, comprobar cómo algo nos hace sentir y seguir a partir de ahí.
Imagínate que estás haciendo un ejercicio y el entrenador te plantea una serie de flexiones, con la opción de hacer una versión modificada con las rodillas, una flexión estricta y una flexión declinada avanzada. Si con la flexión estricta ya notas el trabajo, empieza por ahí, sugiere Silver-Fagan. Pero si crees que no va bien, es decir, sientes molestias en el hombro o no puedes mantener la postura, ponte de rodillas. Y al revés. Si comienzas con una flexión estricta y crees que podrías intensificarla más, intenta levantar los pies. Quédate como estás si sientes que es difícil, pero que ya lo dominas.
4. Escucha a tu corazón, pulmones y músculos
Si te centras en las pulsaciones cuando sientes que el corazón se te va a salir del pecho, por ejemplo si haces medio burpee, puede que estés empezando a tomar conciencia de tu cuerpo, explica la Dra. Lisa Feldman Barrett, una reconocida profesora de psicología en la Universidad del Nordeste (Boston, EE. UU.) que ha dirigido investigaciones sobre la conexión entre el cuerpo y la mente. Los investigadores creen que centrarse en las señales del cuerpo, incluso en la respiración y las sensaciones musculares y articulares durante los ejercicios más intensos, puede ayudarte a detectarlas mejor cuando aparecen en los ejercicios más suaves.
Si necesitas ayuda para empezar, usa un pulsómetro. Saber cuál es tu frecuencia cardíaca cuando haces ejercicio puede ayudarte a decidir, por ejemplo, si tienes que correr menos kilómetros o añadir una cuarta serie a tu circuito de fuerza, explica Falsone. Así, te acostumbrarás a usar el pulsómetro para saber si tienes que aflojar o añadir intensidad. Al final lo harás de forma intuitiva y podrás aportarle a tu cuerpo lo que necesita sin la ayuda de ningún aparato.
5. Escribe cómo te sientes
A medida que aprendas a escuchar mejor a tu cuerpo en tiempo real, puedes escribir cómo te sientes. Por ejemplo, semanas después de tu primer entrenamiento cardio o tras varios días levantándote de la silla y haciendo ejercicio durante una hora. Así, no solo empezarás a escuchar a tu cuerpo, sino que aprenderás a hacerlo, dice Silver-Fagan. Tal vez te pasa que cuando sales a correr tres días seguidos, vas mucho más despacio en la secuencia de Vinyasa en Yoga. O quizás te sientes muy adolorido cuando te pasas todo el día en el sofá después de un entrenamiento intenso, así que te propones hacer algún ejercicio durante tus días de recuperación. Ya no solo escuchas, sino que mantienes una conversación plena y productiva con tu cuerpo, explica Silver-Fagan.
A partir de ahora, la próxima vez que alguien te diga "escucha a tu cuerpo", en lugar de sentirte confundido o enfadarte, sonríe y responde con orgullo: "ya lo estoy haciendo".