Los expertos revelan la reacción de tu cuerpo a la azúcar y los diferentes hidratos de carbono o carbohidratos y explican cómo puedes satisfacer tus antojos dulces y mantener la salud.
Un puñado de ositos de gominola tiene aproximadamente la mitad de azúcar que una taza de mango cortado. Pero está claro que la fruta es la opción más saludable, ¿verdad? Pero, ¿y si esas golosinas se prepararan con agave natural en vez de con jarabe de maíz con alto contenido de fructosa?, ¿seguirías eligiendo el mango? La respuesta es sí.
Aquí te lo explicamos. Debido a la naturaleza de su composición química, todos los hidratos de carbono (sí, hasta las verduras lo son) contienen azúcar. Cuando comes o bebes hidratos, tu sistema digestivo descompone las moléculas de azúcar más grandes en otras más pequeñas. Así, el flujo sanguíneo puede absorberlas, tal y como explica Lauren Antonucci, dietista y nutricionista deportiva y propietaria de Nutrition Energy en Nueva York. El páncreas, a continuación, libera insulina. Esto permite que el azúcar se introduzca en las células, los músculos y el hígado, en los que se utiliza para generar energía o se almacena para su uso futuro.
Según Antonucci, cuando consumes demasiado dulce, y suele pasar, el azúcar en sangre aumenta muy rápido y esto provoca que el cuerpo produzca insulina muy deprisa para intentar igualar los niveles. Tus niveles de azúcar pueden disminuir rápidamente, haciendo que los de energía bajen de golpe. Y si intentas subir la energía con más azúcar, el ciclo empieza de nuevo.
Si consumes azúcar en exceso constantemente, el suministro para “uso futuro” podría almacenarse en células grasas, y, si comes más de lo que tu cuerpo necesita, puede hacer que aumentes de peso. Todo esto podría explicar por qué en algunos estudios se ha comprobado que reducir el consumo de azúcar agregado, de lo que hablaremos a continuación, puede mejorar la salud del corazón, reducir el riesgo de enfermedades asociadas y favorecer el control sobre el peso e incluso la piel y las horas de sueño.
Los alimentos sin procesar que contienen azúcar natural, como el mango, también tienen nutrientes como fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes. Esto los convierte en menos agresivos. “La fibra ralentiza el proceso digestivo y evita que haya un pico en los niveles de azúcar en sangre y luego una bajada”, comenta Jessica Cording, dietista y autora. Si combinas la comida con alimentos ricos en proteínas y grasas, como la mantequilla de cacahuete o el queso, reducirás este sube y baja y tendrás energía durante más tiempo.
Ten en cuenta estos consejos cuando tengas que elegir entre bebidas y alimentos dulces que no sean tan obvios como elegir entre fruta y golosinas:
1. Evita el azúcar agregado
Echa una mirada a la etiqueta de cualquier producto y comprueba si incluye azúcar agregado. Esto significa que alguien, o alguna máquina, mezcló literalmente alguna forma de azúcar en el producto. Con poca o ninguna fibra que lo equilibre, el azúcar agregado, que se encuentra en el pan, las bebidas vegetales o la fruta deshidratada, entre muchos otros, tiende a aumentar los picos y bajadas de azúcar.
2. Si no puedes, apuesta por lo natural
Volvamos a las golosinas con agave. Según Cording, el azúcar en sangre de tu cuerpo responderá de manera similar a todos los azúcares agregados, incluido el jarabe de maíz, la miel o el azúcar de coco. Dicho esto, es preferible el uso de edulcorantes naturales. En primer lugar, están menos procesados que los azúcares refinados. Además, tienen mucho más sabor y esto puede hacer que parezcan más efectivos que el azúcar blanco de mesa, por ejemplo. De hecho, puedes conseguir un buen resultado usando entre la mitad y dos tercios del edulcorante de una receta si usas miel en lugar de azúcar tradicional, explica Cording. Asimismo, algunos edulcorantes naturales tienen un pequeño lado nutritivo. Por ejemplo, un estudio sugiere que la miel tiene propiedades antimicrobianas y el jarabe de arce es rico en antioxidantes, aunque tendrías que consumir mucha cantidad como para conseguir todos los beneficios, según Cording.
3. Encuentra tu equilibrio perfecto
Eso no quiere decir que no puedas disfrutar de un helado en un caluroso día de verano. Intenta consumir entre 6 y 9 cucharaditas de azúcares agregados al día. Es decir, entre 25 y 36 gramos o menos del 10% de la ingesta de calorías total, tal y como recomienda la American Heart Association. Dependiendo de la marca, puedes conseguirlo con un batido hecho con un vaso de bebida de almendra azucarada en el desayuno, un yogur de fresa como tentempié y un bol de pasta con salsa como cena. Si vas a hacer ejercicio durante más de una hora, puede que necesites más azúcar para tener energía en el entrenamiento. Antonucci recomienda de 30 a 60 gramos de hidratos de carbono simples, como líquidos que se digieran rápidamente o geles, por hora de actividad, comenzando a los 60 minutos.
Obtener energía para el entrenamiento con azúcares naturales, por cierto, puede resultar ingenioso. En una revisión de los estudios publicados en la revista “Nutrients”, los investigadores descubrieron que la miel era un buen sustituto para otras formas de hidratos, ya que estimula de manera similar los niveles de rendimiento y energía cuando la ingieres antes o durante el ejercicio moderado o intenso. Las soluciones de jarabe de arce también pueden reemplazar a las bebidas deportivas, según otros estudios. Puedes encontrar estos ingredientes en bebidas, geles y chicles. También puedes buscar recetas en Internet para preparártelas tú.
Al fin y al cabo, en cuestión de azúcar, un mango siempre ganará a las gominolas, independientemente de lo que contengan. Pero si tomas alimentos saludables, naturales y mínimamente procesados la mayor parte del tiempo, puedes hacer un hueco para darte ese gusto dulce.