Incluso la postura de la pinza o la del perro boca abajo cuentan como inversiones. Si tienes todo listo para probarlas, sigue estos cuatros sencillos pasos.
Pregúntale a Branden Collinsworth, Nike Master Trainer e instructor de yoga, su definición de las inversiones de yoga. Te sorprenderás al escuchar su respuesta, ya que se relaciona con la mente y no con el cuerpo. "Es un cambio de perspectiva", afirma. "Tan pronto como dejamos de estar de pie todo el día y nos ponemos boca abajo, vemos el mundo de una nueva forma. También nos obliga a estar presentes y puede llevar a algunos de nosotros a un estado de flujo".
Es posible que hayas estado buscando la definición literal de inversión: cualquier postura de yoga donde tu cabeza esté debajo del pecho. Sin embargo, la perspectiva de Branden ofrece algo que podría decirse que es más importante: un motivo por el que debes incorporar las inversiones en tu práctica.
Además de los aspectos positivos que menciona Collinsworth, las inversiones también brindan importantes beneficios físicos y fisiológicos. Un estudio piloto publicado por la revista BMC Research Notes demostró que después de un programa de yoga de ocho semanas, en el que se aumentó gradualmente la cantidad de tiempo que los participantes dedicaban a las inversiones de siete a 20 minutos, la mayoría de los participantes aumentaron significativamente la variabilidad de la frecuencia cardíaca por la noche. Esto significa que pasaron más tiempo en un estado parasimpático, esto es, el modo de descanso y digestión del cuerpo, en el que la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el estrés disminuyen, los músculos se relajan y aumentan las reservas de energía. Esto quiere decir que las inversiones pueden tener un efecto restaurador en el sistema nervioso automático.
Entonces, ¿cuál es la desventaja? Debido a que las personas suelen asociar las inversiones con sostener las piernas en el aire, las posturas tienen fama de ser intimidantes o estar fuera del alcance de los principiantes. Pero una inversión no tiene que ser una postura con las manos o la cabeza. ¿Alguna vez has hecho la postura de la pinza o el perro boca abajo? Felicitaciones, eso es una inversión. "Incluso la postura del niño es una gran oportunidad para experimentar los increíbles beneficios curativos de la inversión de una forma más sutil", comenta Jonah Kest, Nike Master Trainer e instructor de yoga. Con eso en mente, aquí encontrarás cuatro sencillos métodos que te darán más confianza para adoptar estas posturas.
1. Levanta las piernas.
Esta es la puerta de entrada a las inversiones: "Coloca los pies sobre una superficie elevada, como una cama o un sofá", dice Kest. A continuación, recuéstate en el piso con las piernas extendidas sobre una pared. "Esto podría ser difícil para las personas que tienen los isquiotibiales tensos", comenta Collinsworth. Estas posturas restauradoras, que se pueden mantener durante varios minutos una vez al día, hacen que te sea más fácil mantener las piernas levantadas con la cabeza y el corazón al mismo nivel.
2. Haz un puente.
"Aunque es una inversión sencilla que todos pueden hacer, el puente es una postura muy efectiva, ya que brinda todos los beneficios típicos de las inversiones, como reducir el estrés, la ansiedad, la fatiga, etc.", afirma Collinsworth. Recuéstate boca arriba con las piernas flexionadas y los pies apoyados en el suelo, los brazos extendidos a los costados y la punta de los dedos tocando los talones. Levanta las caderas para que tu cuerpo forme una línea recta desde los hombros hasta las rodillas. Mantén esta posición de 30 segundos a un minuto.
3. Acostúmbrate a estar al revés
Al revés, pero con los pies en el suelo. "Si quieres avanzar para hacer una postura con la cabeza, por ejemplo, empieza a mejorar la flexibilidad", dice Traci Copeland, Nike Master Trainer e instructora de yoga. Colócate de pie con las piernas bien abiertas, y luego haz la postura de la pinza. Poco a poco (te podría tomar varios días o semanas de práctica, dependiendo de tu flexibilidad y nivel de comodidad), acerca la cabeza al suelo. A partir de aquí, puedes tratar de trasladar tu peso a las manos y a la parte superior de la cabeza. Copeland recomienda hacer pausas con frecuencia para comprobar hasta dónde puedes llegar. "Mantener la conexión con el momento puede ayudar a que la experiencia no sea tan abrumadora", explica. Mantén la postura de la pinza durante unos segundos al principio y luego aumenta gradualmente el tiempo. Hazlo con frecuencia hasta que te acostumbres a la posición.
4. Recibe asesoramiento adecuado.
Antes de empezar, busca el asesoramiento experto de un instructor de yoga cualificado. "Es muy importante tener ayuda cuando estás comenzando", asegura Collinsworth. "Ahora, en este mundo virtual, resulta mucho más difícil obtener orientación práctica. Sin embargo, los buenos instructores de yoga lo compensarán guiándote en cada pequeño paso, 'Haz esto, luego esto y ahora esto'". Y para asegurarte de que lo estás haciendo de forma segura, canaliza otro elemento básico del yoga: el mindfulness. "Solo trata de mantenerte física y mentalmente en la colchoneta y en el momento", explica Copeland. "De esa forma, no estás tratando de imitar lo que hace otra persona, sino que estarás haciendo lo que te parece bien en ese momento".
¿El mejor consejo? Sé paciente. Es natural asustarse un poco por la idea de estar al revés. "Sin darnos cuenta, todos hemos hecho inversiones. De niños, cuando jugábamos, solíamos levantar el trasero sobre la cabeza y sostener los pies en el aire", dice Collinsworth. "Debemos recordar nuestro potencial de movimiento. Hay que volver a ese espacio de juego. Ahora, cuando jugamos, podemos disfrutar de manera consciente de todos estos increíbles beneficios para la mente y el cuerpo. Para mí, es incluso mejor que cuando éramos niños".