En lugar de obsesionarte con qué puedes comer, sigue tu instinto para disfrutar de la alimentación saludable
Imagina si pudieras comer lo que quisieras, cuando quisieras y realmente sentirte bien al respecto. Esa es la premisa básica de la alimentación intuitiva.
"Un comensal intuitivo es alguien que confía y respeta su hambre, no siente culpa por sus elecciones de comida y es capaz de priorizar y buscar placer al comer", afirma Christy Harrison, dietista antidieta matriculada, a la vanguardia en este movimiento de nutrición.
Esencialmente, los comensales intuitivos se dan permiso incondicional para comer lo que quieran, cuando quieran y la cantidad que quieran.
Si eso te parece un caos, recuerda que esta es una de las habilidades más antiguas que tienes, explica Harrison. Así como ponerte en cuclillas a la perfección o respirar profundamente desde el vientre, naciste comiendo intuitivamente, agrega. "Mira a los bebés y verás que se alimentan fácilmente con una variedad de alimentos y luego los alejan cuando están satisfechos".
Esta inclinación natural se desvía por lo que Harrison llama "cultura de la dieta", o por los mensajes constantes sobre lo que debes o no debes comer.
"La cultura de la dieta adora la delgadez y la equipara a la salud y la virtud moral", afirma. "Elogia la pérdida de peso, exalta algunos alimentos y demoniza a otros, y menosprecia a las personas que no coinciden con esta versión de la salud, específicamente a las personas de cuerpo más grande".
La cultura de la dieta va más allá de los regímenes para bajar de peso que están de moda y esto puede filtrarse en el lenguaje que usamos para describir una alimentación saludable, aclara Harrison. "Las instrucciones para 'comer limpio' o evitar 'alimentos procesados' pueden sonar sensatas, pero incluso ese lenguaje es una sutil cultura de dieta".
Para algunos, seguir estas reglas les quita la alegría de comer y, para otros, puede causar una variedad de problemas, incluida la alimentación emocional y una obsesión por una dieta saludable. "Te preguntas constantemente: ¿esta comida es saludable? ¿Es bastante completa?", afirma Harrison. "Este pensamiento puede ser frustrante y mentalmente agotador, y con el tiempo puede hacer que las personas se sientan mal consigo mismas cuando no lo hacen bien".
La investigación respalda su punto de vista, mostrando que las dietas y las restricciones alimentarias parecen conducir inevitablemente a una cosa: aumento de peso. (En una revisión significativa de la UCLA en 2007, los investigadores analizaron 31 estudios a largo plazo sobre diferentes dietas. Descubrieron que, sin importar el protocolo, la mayoría de las personas recuperaron todo el peso que perdieron y algo más, y no vieron beneficios para la salud). El razonamiento, explica Harrison, es que si se imponen restricciones a ciertos alimentos, inevitablemente desearás y te obsesionarás aún más con esos alimentos. Y cuando no cumples con "las reglas", es más probable que te atraques por razones biológicas y psicológicas. Sin embargo, la alimentación intuitiva arroja reglas por la ventana y te pone al mando.
Para comenzar, presta atención a si quieres comer y qué quieres comer. Luego, cuando comas, detente cuando te sientas satisfecho y una vez que hayas terminado, pregúntate si algo pudo hacer la comida más satisfactoria, aconseja Harrison. Puedes darte cuenta de que comer papas fritas en el almuerzo en lugar de un sándwich te hace sentir hambre otra vez una hora más tarde, o puedes descubrir que comerlas calma tu antojo de algo salado y evita que te sientas fuera de control sobre lo que comes en tu próxima comida o refrigerio.
Tal vez en este momento estés pensando, "lo único que me dejará satisfecho es comer constantemente papas fritas y tortas. Harrison reconoce que la mayoría de las personas pasan por este tipo de fase de estar en una luna de miel con libertad para todo. "Puedes inclinarte hacia los alimentos que te has prohibido comer porque siempre has pensado en ellos como 'alimentos malos'", aclara. "Aunque el antojo por los alimentos que antes estaban 'fuera de los límites' no necesariamente desaparecerá, se compensará con los antojos por otras cosas". A veces seguirán siendo papas fritas y torta, pero otras veces serán frutas o verduras.
Ese equilibrio es saludable, afirma ella. Especialmente cuando, tal como lo hiciste cuando eras bebé, puedes consumir intuitivamente los nutrientes y la cantidad de alimentos que tu cuerpo necesita. Y mejor aún, puedes disfrutarlo.